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La comedia El hipócrita político, firmada con las iniciales P.V.A., fue estrenada en 1819 en Buenos Aires. Cuenta la historia de un español (Don Melitón) que quiere conquistar a una criolla heredera afecta a la causa revolucionaria (Carlota) cuyo prometido (Teodoro) también apoya a los americanos. Para esto, Don Melitón simula estar a favor de la causa independentista. En esta escena, el español despliega su gran habilidad para el fingimiento:

ESCENA 10

TEODORO: ¿Señor don Melitón?
MELITÓN: Buen patriota: ¿qué hay de cosas de la patria?
TEODORO: El ejército de operaciones en el norte marcha ya sobre Montevideo.
MELITÓN: Lo supe hoy mismo. Es preciso, amigo, enviar el resto hasta quitar del territorio ese asilo a los tiranos.
TEODORO: Seguramente que nuestro gobierno no perdonará sacrificios.
MELITÓN: ¡Oh! Las medidas de que estoy informado prometen la prosecución de la empresa. Os consta que nada se me reserva: mi acreditado patriotismo se ha hecho lugar a tales confianzas. Pero… ya sabéis que el fanático de don Fabián…
TEODORO: No extraño que no sea adicto a nuestra causa. Criado en un sistema monárquico, connaturalizado con sus leyes. Por otra parte un hombre…
MELITÓN: Sí: un hombre, hablando confidencialmente entre nosotros, bruto y cerril, que no ha aprendido sino a vender por diez lo que compró por uno… que jamás ha ejercido la facultad de discurrir acerca de otra cosa alguna, cuanto más sobre negocios políticos. Pero yo soy más bruto que Fabián y la mayor parte de mis paisanos; pues pretendo de ellos un imposible. Son terribles, estúpidos… fanáticos… qué sé yo.
TEODORO: Son unos ingratos al suelo que les produjo la fortuna. Yo no tengo a mal que amen el país que les dio el ser: pero sí que desconozcan la justicia que nos asiste para sustraernos a una dominación, que en nada ha pensado menos que en hacer nuestra felicidad.

(La escena continúa hasta que Teodoro se va y Melitón queda solo)

MELITÓN: Ya nada tengo que recelar en la carrera de mis proyectos. Don Fabián se ha entregado a mi dirección. Teodoro ha creído mis ofertas. He sabido ganar de ambos la confianza; pero nada habré hecho, si no alimento en uno y en otro la opinión que de mí han formado. Mas esto queda a mi cuidado. La esquiva Carlota será mía. Su brillante herencia fijará mi fortuna para siempre. Unido con ella me trasladaré a un país extranjero hasta que se decida la suerte de la América. Entretanto no me descuidaré en mi sistema con respecto a los negocios políticos, pues cualquiera que sea el resultado de la contienda estoy a cubierto. Podrán los filósofos modernos llamar hipocresía a esta conducta… ¡Necios! ¡que aún no han aprendido la verdadera filosofía!

Esta pieza teatral forma parte de las fuentes consultadas para la obra Esperando a Morante

Fuente: Antología de obras de teatro argentino, Seibel, Beatriz, comp. INT, 2006