Luego del primer intento de avance fallido de Castelli sobre el Alto Perú, esto decía José María Paz sobre la segunda llegada del ejército revolucionario a Potosí: “…las demostraciones de alegría por nuestra llegada no fueron menos ruidosas y expresivas, bien que tenìan otro origen, fuera del patriotismo, que podía influir en algunos. Este origen era el miedo, o mejor dicho, estaba en los reproches de su conciencia: no se ahbìa cumplido aùn dos años que ese mismo pueblo, que tanto aplaudìa nuestra entrada, se había cebado, con el furor de la demencia, en los restos del ejército derrotado en el Desaguadero: la sangre de cien soldados mezclada con la de más de doscientos cholos, que inmolaron aquellos en su defensa, había corrido con profusión. Temía, pues, la población de Potosí que recordásemos ese agravio y quiso hacerlo olvidar a fuerza de obsequios.
“No eran éstos precisos (…) no llegó a mí noticia un solo acto que pudiese justificar los temores que se habían tenido. Las órdenes del general en jefe eran tan terminantes, que recuerdo de un bando militar que se publicó en el ejército del que uno de sus artículos estaba concebido en estas formales palabras: Se respetará los usos, costumbres y aún preocupaciones de los pueblos; el que se burlare de ellos con acciones, palabras y aún, con gestos, será pasado por las armas. El general Belgrano aún no había llegado, pero el bando y sus efectos le habían precedido.”
José María Paz
Este texto forma parte de la bibliografía consultada para la obra Arriba el bajo pueblo, en preparación
Fuente: Paz, José María. Memorias póstumas del General José María Paz, Tomo I; Buenos Aires, Almanueva, 1954, p.54